martes, 30 de diciembre de 2014

Ayer me sentía quebrada

como las patas negras de una araña,
inclinado el cuerpo hacia la orilla,
solo mi reflejo frío bailaba.
Lo que creía luz,
era una puerta cerrada.
Lo que es ayer,
es hoy y es mañana.
En los abrazos, desnudas las heridas,
saciaban los llantos, las yagas cerraban.
Pero las noches se alargaban
y lentos los pasos las huellas se hacen fe.
Y al caer...
de rodillas, los pies
se rinden al anochecer.
De rodillas callan las palabras.
Y es andar, andar, andar,
camino, camino, andar,
senderos, montes, pinar...
Pero entre los abedules
ya no duele más
y te miras protegida
y te das a la desidia,
por eso te paras
y dejas que el mar acabe en la orilla.

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