jueves, 15 de agosto de 2019

Mi gata, que cuando camina va colgando imperdibles de las telas y de mi cuerpo, es la más tierna realidad de esta vida que me revuelve la cabeza. Es la que deja que hable sola por los pasillos aquijotada perdida para ponerme luego los pies sobre baldosa con un sólo quejío silencioso y delicioso de los suyos. Volando voy, volando vengo. Cuando veo las huellas de mis gatos tras beber el meo de agua que deja mi ducha, los fantasmas se presentan, hola, y me clavan al terrazo después de una buena siesta farruca. Son mi manzana mordida. Ahora lo entiendo.

miércoles, 14 de agosto de 2019

El silencio abrasaba las terrazas en esta día de terral. Ni toda la luz de las once podía evitar esa sensación a desierto, sólo la ropa tostándose al sol en los tendales eran la constancia de vida tras las ventanas del barrio. Se presuponían los alientos y sudores en las playas, en los montes, leña y chorizo, arena y gambas. Sólo a mi, tras el silencio, le tienta una sabana azul tendida al sol.