sábado, 4 de diciembre de 2010


Y me quedarìa miràndolos eternamente. Todavìa me saltan las làgrimas cuando escucho a mi gata beber de su cuenco,ese ruidito!. Y me emociona aùn màs cuando me sorprenden en la noche,es como si en la soledad ese sencillo gesto le pusiera un broche al olvido,unos segundos eternos en mi cabeza de realidad ,de naturalidad,ese querer productivo sin conjuros que me recuerda que si tienes sed solo tienes que saciarla,ya no buscar en el pasado para saber que se hace en estas situaciones,no aclarar si la quieres frìa o del tiempo y menos si el vaso tiene que ser de cristal de Murano,solo beber,que a veces solo este gesto es un mundo.