miércoles, 7 de marzo de 2012

Dejando huèrfanos los huesos

Dejando huèrfanos los huesos,
esqueleto vacío de tus huellas,
parece que no avanzo
solo un errar manso
me acompaña hacia ese espacio
alejado de tus besos.
El aire se detiene,
el aire se hace eterno
y cuando mis pies se amasen
rozando la hierba de nuevo
podrán dormir mis culpas
adornando tu recuerdo.
No te vayas
que tiembla el cuerpo
al tiempo que se evapora.
Donde quedan las miradas
que ya no viven a esta hora
de mimar tu cara,
del rastro de tu piel.
No te vayas
que me dejan desnuda tus zancadas
que en la partida no gano nada
faltas mis manos de miel.

Por què tiraste piedras sobre mi ventana?

Por qué tiraste piedras sobre mi ventana?
Querías ver mi rostro entre las cortinas,
entre luz y sombra mi cara
y la inquietud bordando mis ojos?
Dejad en paz a los niños
que nada pueden entre tus entrañas!
Qué felices eran sus plantas
sobre la hierba fresca,
sus mantas
arropando el sueño...
A qué vienes a arrebatarles la inocencia
como súbita migraciòn de mariposas.
Dejad las rosas
en la piel tornándola suave y clara,
dejad sus tallos podados y limpios de espinas.
Que no les queme el camino
de piedras pastando al sol,
que ya no brillan las niñas,
ya no danzan,
solo tapan sus caritas de horror
y retuercen los robles sus ramas.