domingo, 23 de febrero de 2014

La vida a estas horas de ocaso se me antoja ráfagas de imágenes cometa que observo distante y desenfocada protegida por el vidrio del vagón- tapiz de musicales gotas nocturnas, y me parece más bello y más cuerdo ver como se retan ante mis ojos en su ir a contracorriente que intentar descifrar que me dejo atrás de nebulosas de lana, maletas y relojes. Bailo el silencio, la quietud. Sólo los lejanos rumores de los árboles acompasan la diástole vital, la sístole que marca el camino. Quiero hacer míos mis pasos que sean estas plantas las que marquen las huellas y que no hablen de mi las huellas de otros.