martes, 1 de septiembre de 2015

En algún lugar del ombligo,

tengo que guardarte.
En algún lugar, conmigo,
que de lo más profundo,
de la raíz más honda,
debe venir este ansia de cumplirme.
Te quiero a ti, a no se quién.
Te regalo un dien-
te,
blanco,
cultivado de mis hijos,
para que lo cuelgues
de tu cuello chico,
que te muerda el alma un poquito
y por si, al paso, te giras,
y me poso en tu retina,
corro con mi coche
y me aparezco en tus sueños esta noche. Blanco.
Ponme una cadena de oro.