lunes, 14 de agosto de 2017

O si una estrella te pica un ojo,
llamado así por un peregrino suspiro,
mentiroso como en ruedo,
un duelo de pañuelos de aire,
efímero, neutro, sin corteza...

En un ranchito me refugié
Cuatro paredes blancas como las almas de los niños me recibieron.
Allí corrí, pendiente de las horas, presente del tiempo, consciente.
A una cuna me mecí
confiada, cansada...
Me dormí en sueño.

Qué relámpago,
bofetada de dinero,
qué grito borracho.
Te dejo con miedo.
Te dejo siendo la mitad de lo que pisó tu suelo.

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