Tenía el Bósforo en los ojos. Quise beber en él ritmos con su nombre sumando el cuerpo y el cuello. Quise morder en él como una Eva sin perdón, el cielo. Quise creer en él pero nunca fue, nunca fui, nunca es hoy.
Ni ayer. Ni nunca.
Tenía el Bósforo en los ojos. Quise beber en él ritmos con su nombre sumando el cuerpo y el cuello. Quise morder en él como una Eva sin perdón, el cielo. Quise creer en él pero nunca fue, nunca fui, nunca es hoy.
Ni ayer. Ni nunca.
Tiritas de plata, pues llega el día
y parece que el frío avanza los huesos
pero hace ya tiempo que no callas.
Veo, allá lejos,los soldados danzando
por los caminos,
arrastrando, allá lejos, lenguas de sombra,
arropados, espejos, por sábanas de plata,
no les vence el frío porque la noche les imanta.
Veo, se acerca, la última batalla.
Tico-tatico-tatico-tatá, sonrisa en las caras,
bailando a la noche hasta que llegue el alba,
y riegue la piel, fresca mañana,
los primeros rayos de la madrugada.
Tiritas de plata...
Ya calienta el sol.
Me voy de excursión.
Caminando por las pieles de los bosques, por ráfagas de piel, el viento huele a tu nombre y se me enreda el pelo. Ya se ve, allá lejos, una figura borrosa, difuminada, que avanza hacia mis alas-pies, chasquidos blandos sobre blandos mantos. Se acerca en 1, 2, tres y ya. Ya me sumerjo en tus ojos, ya me inundo en tu boca, ya tu nombre sopla en el cuello. Hago una cama para que duermas, cansada el alma de caminar cansado, de caminar hacia mí y ahueco el pelo hecho regazo.