de una ansiedad que estremece al llanto
dormido de las cuerdas del desencanto
que rellena de ortigas la luna plena.
Y el llanto tiene el gesto en pena
que arrastra en procesión de sol a manto
perdido en la respuestas, saetas canto,
colgándome el perdón, brazos y piernas.
¿Cuándo avanzará sereno a su destino?
¿Cuándo pisará claveles, alfombras de pétalos,
bajo los pies suaves?
Dále a la amargura el vino
que calme las heridas armas de Dédalo
y poder querer surcar los mares.
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