Mírala,lejana en el paisaje yerto,
su silla no le sostiene ya,
perdió el respaldo y su cuna de anea,
reposan sus manos, surcando, el cielo.
Aquellas que bailaban enredando los dedos,
tienen de quejidos las uñas llenas;
pobres de lana, faltas de respuesta
bailan campanas tocando a muerto.
Mírala tumbada de lirios blancos,
ciega de frente, le tienta el nacar,
tan frío tiene el corazón.
Silencioso el aliento, tiempo manco,
no perdona el cuerpo sobre la cama;
silencio, el espacio vacío en el colchón.
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